viernes, 26 de enero de 2018

la familia en desorden

FAMILIAS

La familia es un grupo natural que en el curso del tiempo ha elaborado pautas de interacción. Estas constituyen la estructura familiar, que a su vez rige el funcionamiento de los miembros de la familia, define su gama de conductas y facilita su interacción recíproca.

 Los miembros de la familia no se suelen vivenciar a sí mismos como parte de esta estructura familiar. Y cuando interactúa en el seno de su familia, experimenta el mapa que ésta traza del mundo. La familia como totalidad se asemeja a una colonia animal, entidad está compuesta por formas de vida diferentes, donde cada parte cumple su papel, pero el todo constituye un organismo de múltiples individuos, que en sí mismo es una forma de vida.
El holón individual

El holón individual incluye el concepto de sí mismo en contexto. Contiene los determinantes personales e históricos del individuo. Pero va más allá, hasta abarcar los aportes actuales del contexto social. Hay un proceso circular y continuo de influjo y refuerzo recíprocos, que tiende a mantener una pauta fijada. Al mismo tiempo, tanto el individuo como el contexto son capaces de flexibilidad y de cambio. La variedad de las conductas que se pueden incluir en el programa de la familia depende de la capacidad de ésta para absorber e incorporar energía e información de ámbitos extra familiares. La interacción constante dentro de diferentes holones en tiempos distintos requiere de la actualización de los respectivos segmentos del sí-mismo. Contextos diferentes reclaman facetas distintas. La quiebra o la ampliación de contextos puede permitir el surgimiento de nuevas posibilidades.

El holón conyugal

El comienzo de la familia es el momento en que dos adultos, hombre y mujer, se unen con el propósito de formarla. Para que la vida en común sea posible, es preciso que estos dos conjuntos de valores se concilien con el paso del tiempo. Cada cónyuge debe resignar una parte de sus ideas y preferencias, esto es, perder individualidad, pero ganando en pertenencia. En este proceso se forma un sistema nuevo. Las pautas establecidas gobiernan el modo en que cada uno de los cónyuges se experimenta a sí mismo y experimenta al compañero dentro del contexto matrimonial. Siempre existirán puntos de fricción y el sistema se deberá adaptar para hacer frente a demandas contextúales modificadas. Una de las más vitales tareas del sistema de los cónyuges es la fijación de límites que los protejan procurándoles un ámbito para la satisfacción de sus necesidades psicológicas sin que se inmiscuyan los parientes políticos, los hijos u otras personas. El subsistema de los cónyuges es entonces un poderoso
contexto para la confirmación y la descalificación. El subsistema de los cónyuges puede ofrecer a sus miembros una plataforma de apoyo para el trato con el universo extra familiar, y proporcionarles un refugio frente a las tensiones de fuera. El subsistema de los cónyuges es vital para el crecimiento de los hijos. Constituye su modelo de relaciones íntimas, como se manifiestan en las interacciones cotidianas. En situaciones patógenas, uno de los hijos se puede convertir en chivo emisario o bien ser cooptado como aliado de un cónyuge contra el otro.

El holón parental
Las interacciones dentro del holón parental incluyen la crianza de los hijos y las funciones de socialización. Aquí el niño aprende lo que puede esperar de las personas que poseen más recursos y fuerza. Dentro del subsistema parental, vivencia el estilo con que su familia afronta los conflictos y las negociaciones. El holón parental puede estar compuesto muy diversamente. El subsistema parental tiene que modificarse a medida que el niño crece y sus necesidades cambian. Dentro del subsistema parental, los adultos tienen la responsabilidad de cuidar a los niños, de protegerlos y socializarlos; pero también poseen derechos. Los problemas de control son endémicos en el holón parental.

El holón de los hermanos
Los hermanos constituyen para un niño el primer grupo de iguales en que participa. Dentro de este contexto, los hijos se apoyan entre sí, se divierten, se atacan, se toman como chivo emisario y, en general, aprenden unos de otros. En las familias numerosas, los hermanos se organizan en una diversidad de subsistemas con arreglo a etapas evolutivas. Pero reunirse con los hermanos solos, organizar momentos terapéuticos en que ellos debatan ciertos temas mientras los padres observan o promover «diálogos» entre el holón de los hermanos y el holón parental pueden ser recursos eficacísimos para crear nuevas formas de resolver cuestiones relacionadas con la autonomía y el control. El modo en que la familia cumple sus tareas importa muchísimo menos que el éxito con que lo hace.

El desarrollo y el cambio
La familia no es una entidad estática. Está en proceso de cambio continuo, lo mismo que sus contextos sociales. En la inmediatez del encuentro terapéutico, lo que se vivencia son estos mecanismos de estabilización; rara vez impresionan tanto los elementos flexibles de la estructura. El cambio se produce en el presente, pero sólo cobra relieve en el largo plazo. La familia está de continúo sometida a las demandas de cambio de dentro y de fuera. Una observación prolongada de cualquier familia revelaría notable flexibilidad, fluctuación constante y, muy probablemente, más desequilibrio que equilibrio. El sistema familiar tiende
al mismo tiempo a la conservación y a la evolución. Las exigencias de cambio pueden activar los mecanismos que contrarrestan la atipicidad, pero el sistema evoluciona hacia una complejidad creciente. Aunque la familia sólo puede fluctuar dentro de ciertos límites, posee una capacidad asombrosa para adaptarse y cambiar, manteniendo sin embargo su continuidad. Esta concepción de la familia como sistema vivo parece indicar que la investigación de una familia cualquiera en el largo plazo comprobará el siguiente desarrollo, en que períodos de desequilibrio alternan con períodos de homeostasis, manteniéndose la fluctuación dentro de una amplitud manejable.

La formación de pareja
En el primer estadio se elaboran las pautas de interacción que constituyen la estructura del holón conyugal. La tarea consiste en mantener importantes contactos y al mismo tiempo crear un holón cuyas fronteras sean nítidas en la medida suficiente para permitir el crecimiento de una relación íntima de pareja. Dentro del holón conyugal, la pareja deberá armonizar los estilos y expectativas diferentes de ambos y elaborar modalidades propias para procesar la información, establecer contacto y tratarse con afecto. De igual modo crearán reglas sobre intimidad, jerarquías, sectores de especialización y pericia, así como pautas de cooperación. Sobre todo, el holón conyugal tiene que aprenderá enfrentar los conflictos que inevitablemente surgen cuando dos personas están empeñadas en formar una nueva unidad. La elaboración de pautas viables para expresar y resolver los conflictos es un aspecto esencial de este período inicial. En la Formación de una pareja, son en extremo significativas las dimensiones de la parte y el todo. Al comienzo, cada cónyuge se experimenta como un todo en interacción con otro todo. Pero para formar la nueva unidad de pareja, cada uno tiene que convertirse en parte.

La familia con hijos pequeños
El segundo estadio sobreviene con el nacimiento del primer hijo, cuando se crean en un mismo instante nuevos holones: parental, madre-hijo, padre-hijo. El holón conyugal se debe reorganizar para enfrentar las nuevas tareas, y se vuelve indispensable la elaboración de nuevas reglas. Es también una estructura disipadora; tanto, que el sistema mismo puede correr peligro. Quizá el terapeuta deba empujar al padre hacia la madre y el hijo, reinsertándolo en funciones parentales ayudándolo a elaborar una visión más compleja y diferenciada de sí mismo dentro de los holones conyugal y parental. Si estos problemas se resuelven deficientemente, se pueden formar coaliciones entre miembros de generaciones diversas. Al tiempo que enfrenta de continuos problemas de control y de socialización, la familia tiene que negociar también contactos nuevos con el mundo exterior. Los adultos, que habían elaborado determinadas pautas de crianza, tienen que modificarlas y crear métodos adecuados para mantener el control y al mismo tiempo alentar el crecimiento.


La familia con hijos en edad escolar o adolescentes
Un cambio tajante se produce cuando los hijos empiezan a ir a la escuela, lo que inicia el tercer estadio de desarrollo. La familia tiene que relacionarse con un sistema nuevo, bien organizado y de gran importancia. La familia deberá negociar ciertos ajustes, modificar ciertas reglas. Los temas de la autonomía y el control se tienen que renegociar en todos los niveles. Una nueva fuente de presión y de exigencias puede empezar a influir sobre la familia en esta etapa: los padres de los padres. Por último, en este estadio comienza el proceso de separación; y este cambio resuena por toda la familia.

La familia con hijos adultos
En el cuarto y último estadio, los hijos, ahora adultos jóvenes, han creado sus propios compromisos con un estilo de vida, una carrera, amigos y, por fin, un cónyuge. Este nuevo estadio requiere una nítida reorganización cuyo eje será el modo en que padres e hijos se quieren relacionar como adultos. Período del «nido vacío»: Este período se suele definir como una etapa de pérdida, pero puede serlo de un notable desarrollo si los cónyuges, como individuos y como pareja, aprovechan sus experiencias acumuladas, sus sueños y sus expectativas para realizar posibilidades inalcanzables mientras debían dedicarse a la crianza de los hijos. Lo esencial del proceso es que la familia tiene que atravesar ciertas etapas de crecimiento y envejecimiento. Debe enfrentar períodos de crisis y de transición.

1 comentario:

  1. Profa. yo le aconsejaría que aplique alguna actividad para aplicar toda su información.

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